Hoy hice un gol. Hay que consignarlo, particularmente debido a que, primero, juego pocas veces "a la pelota"; y segundo, porque dentro de aquellas contadas ocasiones en que lo hago, sé que difícilmente brillaré como el crack de la cancha. Tengo asumido hace tiempo que soy malo "pa' la pelota". Comprendo que no basta correr con los bríos con que lo hago, como para ser el lateral-volante por derecha con que de chico soñaba ser (como "Mono", el número 2 de " Barrabases "). El inevitable contacto con la realidad, la decadencia de la carne, y el paso de los años, han amplificado mi alejamiento de las canchas. Si cuando niño tenía que esperar hasta casi el final para ser "pedido" para integrar alguno de los equipos; luego tampoco sirvió de mucho intentar jugar en le puesto de los poco habilidosos con los pies: como arquero tampoco satisfice mayores expectativas. Con el fútbol en retirada de nuestras pantallas, sumado a la paradoja de es
¡Ea, Señor! A mis enemigos veo venir, y tres veces repito: ojos tengan, no me vean; boca tengan, no me hablen; manos tengan, no me toquen; pies tengan, no me alcancen. La sangre les beba y el corazón les parta...