Dejé inconclusa hace ya bastante tiempo la historia, sin una justificación con más peso que la flojera que me provoca sentarme frente al computador. Vayan para todos ustedes mis disculpas. Prosigo. Había olvidado mencionar el importante dato relacionado con el itinerario del viaje. Una vez que nos decidimos a alcanzar el Atlántico en Las Grutas, el regreso se proyectó a través del mismo camino, para desviarnos lo suficiente como para reingresar a nuestro país en la región de la Araucanía y pasar a Pucón antes de reencontrarnos con la Perla del Sur . Cambio de planes, finalmente el viaje sería un circuito. Y como ya saben, después de Trelew, atacamos la cordillera rumbo hacia El Bolsón, un camino bastante agotador. Sin duda lo más relevante de esta traslación este-oeste es la posibilidad de ser testigo en un sólo día de un cambio de paisaje sorprendente, "cuasi evolutivo" desde la piedra hacia la vegetación. Simpre en la amabilidad chubutense uno no deja de asombrarse de que e
¡Ea, Señor! A mis enemigos veo venir, y tres veces repito: ojos tengan, no me vean; boca tengan, no me hablen; manos tengan, no me toquen; pies tengan, no me alcancen. La sangre les beba y el corazón les parta...