Dentro del glosario relacionado al deporte chileno hay ciertos conceptos más que recurrentes, entre ellos el “triunfo moral” y de que en “Chile no se respeta a los ídolos”; lo que en un ejercicio –odiosamente- facilista, lleva a comparar al devenir de Argentina. A la palestra de lo anterior, saltan inmediatamente dos ejemplos pedestres y palmarios de un lado y otro de los Andes: Diego Maradona y Marcelo Ríos . No invento la pólvora al decir que cada uno divide opiniones a su propio respecto, entre quienes lo consideran un perfecto imbécil que desperdició su talento y vida; y otros para quienes resulta un ídolo intocable, o a lo sumo, en todo perdonable. No es mi ánimo, ni estoy en condiciones, para tratar sobre primero, pero sobre Ríos hay mucho que quisiera saber, porque es mi referente tenístico por excelencia. No me avergüenza en lo más mínimo reconocer que antes de Ríos era muy poco lo que sabía de tenis y que, por ende, soy uno de los miles de chilenos que conocieron este deporte
¡Ea, Señor! A mis enemigos veo venir, y tres veces repito: ojos tengan, no me vean; boca tengan, no me hablen; manos tengan, no me toquen; pies tengan, no me alcancen. La sangre les beba y el corazón les parta...