Dentro del glosario relacionado al deporte chileno hay ciertos conceptos más que recurrentes, entre ellos el “triunfo moral” y de que en “Chile no se respeta a los ídolos”; lo que en un ejercicio –odiosamente- facilista, lleva a comparar al devenir de Argentina.
A la palestra de lo anterior, saltan inmediatamente dos ejemplos pedestres y palmarios de un lado y otro de los Andes: Diego Maradona y Marcelo Ríos. No invento la pólvora al decir que cada uno divide opiniones a su propio respecto, entre quienes lo consideran un perfecto imbécil que desperdició su talento y vida; y otros para quienes resulta un ídolo intocable, o a lo sumo, en todo perdonable.
No es mi ánimo, ni estoy en condiciones, para tratar sobre primero, pero sobre Ríos hay mucho que quisiera saber, porque es mi referente tenístico por excelencia. No me avergüenza en lo más mínimo reconocer que antes de Ríos era muy poco lo que sabía de tenis y que, por ende, soy uno de los miles de chilenos que conocieron este deporte siguiendo al Chino.
Esta semana, cuando se cumplen 10 años del número uno de Marcelo Ríos, se produjo el lanzamiento del libro El Extraño Del Pelo Largo. Historia De Una Hazaña (Editorial CIEM, 216 pp.), obra del periodista Nelson Flores, quien acompañó como free lance al bizarro tenista desde que alcanzó el número 1 junior [Yokohama, 1993] hasta 1998, año consagratorio de las 6 semanas en el tope del ránking ATP. Recoge anécdotas extra tenísticas de Marcelo Ríos mientras crece como hombre, tenista y personaje; no es una biografía propiamente tal, y más aún no es autorizada, pero sí consentida por el protagonista, quién sabía que Flores fraguaba un libro sobre él. El autor empezó su trabajo hace muchísimos años, mientras aún era amigo y cercano a Ríos durante los viajes del circuito y sobre su trabajo señala: “la gente no conoce ni el 10 por ciento de las anécdotas que tiene el Chino en el circuito, y ese es el contexto donde ahondo”.
Inmediatamente tengo que señalar que no he leído el libro (difícilmente podría, pues aún no llega a las escuálidas librerías de mi postergada ciudad), pero que desde ya pasa a engrosar mi larga lista de “cosas que quiero comprar y aun no puedo” junto con la excelsa obra de Mario Cavalla, Historia del Tenis en Chile, un sombrero hongo de fieltro negro, un bajo Rickenbacker, una raqueta de buena calidad, muchos pasajes de avión, etc., etc., etc.…
Aclaro entonces que lo que escribo se basa en los trascendidos que hay en la prensa y que cualquiera con Internet, tiempo y ganas puede buscar. Más propiamente trascribo algunas anécdotas que recogió Nelson Flores, que reflejan lo que para algunos puede resultar un caso clínico digno de los anales psiquiátricos, para otros la genialidad de un elegido, pero que, personalmente, prefiero tomarlas a la ligera y reírme dentro de lo posible.
Algunas de las anécdotas de Nelson Flores entonces:
• Un ejemplo es cuando le preguntó a su técnico Larry Stefanki quién era "el viejo" que lo saludó, en alusión al australiano Rod Laver.
• Le negó en Montecarlo un autógrafo a Illie Nastasse.
"Es un mono que se cayó del árbol. Para ser un grande, también se necesita ser una buena persona fuera de la cancha. Es un gran un hijo de puta", bramó el tenista europeo. "¿Qué me importa a mí su mierda de firma? Era para un bambino (su hijo).
• El propio Ríos le enrostró a Flores el hecho de que se ganara la vida a los 40 años siguiendo a un muchacho de 20.
• A lo Vilas dijo en Inglaterra que "el pasto es para las vacas y el fútbol, no para el tenis", a una semana de jugar en Wimbledon.
• Según el relato, en 1997 en Indian Wells Ríos olvidó su ropa en la lavandería del club donde entrenaba, lo que notó recién en el hotel. Tras ello, y encontrarse casualmente con Eller Evans, supervisor del ATP, y antes de articular palabra alguna, le preguntó por el paradero de su vestuario. Evans le respondió que tenía la ropa lavada en su habitación, que podía entregársela más tarde. Ríos insistió en que la necesitaba inmediatamente.
-"Primero podrías comenzar por saludar y dar las gracias", respondió Evans.
-"Quédate con ellas, entonces", retrucó Ríos y dejó a su interlocutor hablando con nadie.
Por la tarde, Ríos encontró su ropa flotando en el jacuzzi del club.
• El español Benito Pérez Bardadillo trabajaba para la ATP y terminó siendo como un relacionador público y encubridor de Ríos. Terminó salpicado cuando golpearon a un taxista en Italia. Lo cubrían en todo y, al final, Marcelo hacía lo que quería.
• El "Pato" Clavet me decía "este huevón te manda al siquiatra. Fuera de la cancha tiene actitudes horribles, pero adentro defiende todos los principios del deporte".
• Una vez le preguntaron que opinaba sobre Bjorn Borg y sus contemporáneos y dijo "esos gallos jugaban con raqueta de madera, así que no existen". Igual que el tenis femenino, al que nunca reconoció.
• Tenía mucha onda y mucho carisma. Tenía un grupito con Nicolás Lapentti y Carlos Moyá que arrasaba con las minas. En todos los torneos lo elegían el tipo más sexy.
• Una periodista croata le solicitó concertar una entrevista. Le pregunté cómo le fue con ella y me dijo: -“bien, el problema es que me citó en su cuarto a las 3 y media de la mañana”.
• Cuando ganó el centenario del Abierto de Montecarlo en 1997, [nota mía: le valió figurar en una estampilla conmemorativa del Principado] le llegó una invitación del Príncipe Alberto de Mónaco para estar con él y ni la pescó. Tomó el sobre como si fuera un panfleto. No sé si habrá ido, porque esa vez tenía otro carrete (fiesta).
• Cuando ganó su primer torneo ATP en Bologna el año 95', le pregunté qué sentía si estaba emocionado. Y dijo “Para nada… que tanto color le ponen si le gané a cinco hueones malos”. Y me tiró la bandeja como diciendo “llévatela tú a Santiago y entrégasela algún día a mi papá”.
• Cuando lo vi en junior, no tuve dudas que iba a llegar muy lejos. Era tan bueno que en un torneo en de la comunidad judía en Forte Laudardale, de Estados Unidos, jugó con jovencito local que llegó de la qualy y lo basureó tanto tenísticamente que en un momento el "Chino" se me acercó jugando (un punto) y me dijo que le consiguiera el teléfono de una rubia que estaba en la tribuna.
• En general se llevaba muy bien con su grupito de amigos argentinos, españoles y sudamericanos, en general, pero con los sajones no se hablaba. Todo el grupo que controlaba el circuito, en especial Pete Sampras y Patrick Rafter le tenían mala.
• Se señala que Marcelo Ríos activó una alarma de bomba en pleno edificio de las Naciones Unidas en NY, jugaba al "hoyito-patá" [nota mía: hacer un túnel o caño a otro, quien se gana puntapiés de todos los demás jugadores] en Francia, Alemania o Italia, para sobrellevar los momentos de aburrimiento; y fue detenido en Cincinatti por conducir a exceso de velocidad un moderno Cadillac.
• La biografía tiene dos nombres. Lo que pasa es que Marcelo siempre me pedía el computador para jugar Tetris. Una vez estábamos en Nueva York y lo usó sin que yo supiera y cuando volví estaba revisando los apuntes que tenía y lo tituló de nuevo como "El extraño del pico (pene) largo”.
• En un challenger, en Eslovenia, Marcelo estaba aburrido y decidió irse conmigo a Italia, que estaba a una hora. Al salir cargaba una bolsa de supermercado grande y, cuando el periodista le preguntó qué tenía adentro, el tenista le dijo: “la plata que gané en Eslovenia Cobró su dinero por concepto de participación y los billetes se lo entregaron en una bolsa negra de supermercado. Cruzamos así la frontera, con 4 mil dólares en camioneta. ¡Parecíamos asaltantes!".
• En 1995 se juega un torneo en el Carrasco Bowl, de Montevideo, y como buenos uruguayos, los organizadores arman un partido de fútbol entre la "Armada Española" -que venía invicta en varios partidos por Sudamérica- con Carlos Moyá entre otros, y el "Resto del Mundo". Marcelo Ríos será delantero para "moverse por todo el frente del ataque", como le pide el entrenador Marcelo Filippini. Súbitamente, Marcelo trota hacia el centro del campo y, en un acto probablemente compulsivo, se sube lentamente su pantalón corto y comienza a orinar en pleno círculo central con un desparpajo increíble. La escena es digna de un filme surrealista. Ríos mea y mea con el mismo relajo con que lo haría en el baño de su casa. Uno de la organización se queda impávido con la escena y no duda en increparlo: ”Ríos, ¿que pasa si uno se cae en tu puta orina?”. Otros jugadores también alzan la voz para reclamar, pero Marcelo no les da bola y mea hasta que no le queda una gota en su vejiga. Luego se acomoda los genitales, se sube el pantalón y vuelve trotando hacia donde están practicando sus compañeros de equipo. El partido, termina uno a cero con golazo de Ríos, con un derechazo que impresionó tanto como su show de entrada.
Sin lugar a dudas, un libro más que recomendable para profundizar en ese extraño y contradictorio mundo del mejor deportista chileno del siglo XX, y a la vez todo lo malo que quieran decir de él.
Para los amigos de La Raqueta,
Felipe Andrés Saldivia Ramos.- »
A la palestra de lo anterior, saltan inmediatamente dos ejemplos pedestres y palmarios de un lado y otro de los Andes: Diego Maradona y Marcelo Ríos. No invento la pólvora al decir que cada uno divide opiniones a su propio respecto, entre quienes lo consideran un perfecto imbécil que desperdició su talento y vida; y otros para quienes resulta un ídolo intocable, o a lo sumo, en todo perdonable.
No es mi ánimo, ni estoy en condiciones, para tratar sobre primero, pero sobre Ríos hay mucho que quisiera saber, porque es mi referente tenístico por excelencia. No me avergüenza en lo más mínimo reconocer que antes de Ríos era muy poco lo que sabía de tenis y que, por ende, soy uno de los miles de chilenos que conocieron este deporte siguiendo al Chino.
Esta semana, cuando se cumplen 10 años del número uno de Marcelo Ríos, se produjo el lanzamiento del libro El Extraño Del Pelo Largo. Historia De Una Hazaña (Editorial CIEM, 216 pp.), obra del periodista Nelson Flores, quien acompañó como free lance al bizarro tenista desde que alcanzó el número 1 junior [Yokohama, 1993] hasta 1998, año consagratorio de las 6 semanas en el tope del ránking ATP. Recoge anécdotas extra tenísticas de Marcelo Ríos mientras crece como hombre, tenista y personaje; no es una biografía propiamente tal, y más aún no es autorizada, pero sí consentida por el protagonista, quién sabía que Flores fraguaba un libro sobre él. El autor empezó su trabajo hace muchísimos años, mientras aún era amigo y cercano a Ríos durante los viajes del circuito y sobre su trabajo señala: “la gente no conoce ni el 10 por ciento de las anécdotas que tiene el Chino en el circuito, y ese es el contexto donde ahondo”.
Inmediatamente tengo que señalar que no he leído el libro (difícilmente podría, pues aún no llega a las escuálidas librerías de mi postergada ciudad), pero que desde ya pasa a engrosar mi larga lista de “cosas que quiero comprar y aun no puedo” junto con la excelsa obra de Mario Cavalla, Historia del Tenis en Chile, un sombrero hongo de fieltro negro, un bajo Rickenbacker, una raqueta de buena calidad, muchos pasajes de avión, etc., etc., etc.…
Aclaro entonces que lo que escribo se basa en los trascendidos que hay en la prensa y que cualquiera con Internet, tiempo y ganas puede buscar. Más propiamente trascribo algunas anécdotas que recogió Nelson Flores, que reflejan lo que para algunos puede resultar un caso clínico digno de los anales psiquiátricos, para otros la genialidad de un elegido, pero que, personalmente, prefiero tomarlas a la ligera y reírme dentro de lo posible.
Algunas de las anécdotas de Nelson Flores entonces:
• Un ejemplo es cuando le preguntó a su técnico Larry Stefanki quién era "el viejo" que lo saludó, en alusión al australiano Rod Laver.
• Le negó en Montecarlo un autógrafo a Illie Nastasse.
"Es un mono que se cayó del árbol. Para ser un grande, también se necesita ser una buena persona fuera de la cancha. Es un gran un hijo de puta", bramó el tenista europeo. "¿Qué me importa a mí su mierda de firma? Era para un bambino (su hijo).
• El propio Ríos le enrostró a Flores el hecho de que se ganara la vida a los 40 años siguiendo a un muchacho de 20.
• A lo Vilas dijo en Inglaterra que "el pasto es para las vacas y el fútbol, no para el tenis", a una semana de jugar en Wimbledon.
• Según el relato, en 1997 en Indian Wells Ríos olvidó su ropa en la lavandería del club donde entrenaba, lo que notó recién en el hotel. Tras ello, y encontrarse casualmente con Eller Evans, supervisor del ATP, y antes de articular palabra alguna, le preguntó por el paradero de su vestuario. Evans le respondió que tenía la ropa lavada en su habitación, que podía entregársela más tarde. Ríos insistió en que la necesitaba inmediatamente.
-"Primero podrías comenzar por saludar y dar las gracias", respondió Evans.
-"Quédate con ellas, entonces", retrucó Ríos y dejó a su interlocutor hablando con nadie.
Por la tarde, Ríos encontró su ropa flotando en el jacuzzi del club.
• El español Benito Pérez Bardadillo trabajaba para la ATP y terminó siendo como un relacionador público y encubridor de Ríos. Terminó salpicado cuando golpearon a un taxista en Italia. Lo cubrían en todo y, al final, Marcelo hacía lo que quería.
• El "Pato" Clavet me decía "este huevón te manda al siquiatra. Fuera de la cancha tiene actitudes horribles, pero adentro defiende todos los principios del deporte".
• Una vez le preguntaron que opinaba sobre Bjorn Borg y sus contemporáneos y dijo "esos gallos jugaban con raqueta de madera, así que no existen". Igual que el tenis femenino, al que nunca reconoció.
• Tenía mucha onda y mucho carisma. Tenía un grupito con Nicolás Lapentti y Carlos Moyá que arrasaba con las minas. En todos los torneos lo elegían el tipo más sexy.
• Una periodista croata le solicitó concertar una entrevista. Le pregunté cómo le fue con ella y me dijo: -“bien, el problema es que me citó en su cuarto a las 3 y media de la mañana”.
• Cuando ganó el centenario del Abierto de Montecarlo en 1997, [nota mía: le valió figurar en una estampilla conmemorativa del Principado] le llegó una invitación del Príncipe Alberto de Mónaco para estar con él y ni la pescó. Tomó el sobre como si fuera un panfleto. No sé si habrá ido, porque esa vez tenía otro carrete (fiesta).
• Cuando ganó su primer torneo ATP en Bologna el año 95', le pregunté qué sentía si estaba emocionado. Y dijo “Para nada… que tanto color le ponen si le gané a cinco hueones malos”. Y me tiró la bandeja como diciendo “llévatela tú a Santiago y entrégasela algún día a mi papá”.
• Cuando lo vi en junior, no tuve dudas que iba a llegar muy lejos. Era tan bueno que en un torneo en de la comunidad judía en Forte Laudardale, de Estados Unidos, jugó con jovencito local que llegó de la qualy y lo basureó tanto tenísticamente que en un momento el "Chino" se me acercó jugando (un punto) y me dijo que le consiguiera el teléfono de una rubia que estaba en la tribuna.
• En general se llevaba muy bien con su grupito de amigos argentinos, españoles y sudamericanos, en general, pero con los sajones no se hablaba. Todo el grupo que controlaba el circuito, en especial Pete Sampras y Patrick Rafter le tenían mala.
• Se señala que Marcelo Ríos activó una alarma de bomba en pleno edificio de las Naciones Unidas en NY, jugaba al "hoyito-patá" [nota mía: hacer un túnel o caño a otro, quien se gana puntapiés de todos los demás jugadores] en Francia, Alemania o Italia, para sobrellevar los momentos de aburrimiento; y fue detenido en Cincinatti por conducir a exceso de velocidad un moderno Cadillac.
• La biografía tiene dos nombres. Lo que pasa es que Marcelo siempre me pedía el computador para jugar Tetris. Una vez estábamos en Nueva York y lo usó sin que yo supiera y cuando volví estaba revisando los apuntes que tenía y lo tituló de nuevo como "El extraño del pico (pene) largo”.
• En un challenger, en Eslovenia, Marcelo estaba aburrido y decidió irse conmigo a Italia, que estaba a una hora. Al salir cargaba una bolsa de supermercado grande y, cuando el periodista le preguntó qué tenía adentro, el tenista le dijo: “la plata que gané en Eslovenia Cobró su dinero por concepto de participación y los billetes se lo entregaron en una bolsa negra de supermercado. Cruzamos así la frontera, con 4 mil dólares en camioneta. ¡Parecíamos asaltantes!".
• En 1995 se juega un torneo en el Carrasco Bowl, de Montevideo, y como buenos uruguayos, los organizadores arman un partido de fútbol entre la "Armada Española" -que venía invicta en varios partidos por Sudamérica- con Carlos Moyá entre otros, y el "Resto del Mundo". Marcelo Ríos será delantero para "moverse por todo el frente del ataque", como le pide el entrenador Marcelo Filippini. Súbitamente, Marcelo trota hacia el centro del campo y, en un acto probablemente compulsivo, se sube lentamente su pantalón corto y comienza a orinar en pleno círculo central con un desparpajo increíble. La escena es digna de un filme surrealista. Ríos mea y mea con el mismo relajo con que lo haría en el baño de su casa. Uno de la organización se queda impávido con la escena y no duda en increparlo: ”Ríos, ¿que pasa si uno se cae en tu puta orina?”. Otros jugadores también alzan la voz para reclamar, pero Marcelo no les da bola y mea hasta que no le queda una gota en su vejiga. Luego se acomoda los genitales, se sube el pantalón y vuelve trotando hacia donde están practicando sus compañeros de equipo. El partido, termina uno a cero con golazo de Ríos, con un derechazo que impresionó tanto como su show de entrada.
Sin lugar a dudas, un libro más que recomendable para profundizar en ese extraño y contradictorio mundo del mejor deportista chileno del siglo XX, y a la vez todo lo malo que quieran decir de él.
Para los amigos de La Raqueta,
Felipe Andrés Saldivia Ramos.- »
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