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La Vida Mágica Ay sí. Vol. II

Voy por Santiago...


Abunda en nuestro país la creencia (certeza) de que Santiago es Chile. Obviamente, superado el sentido literal hay un alto grado de verdad en la oración. Desde que se determinó como el centro urbano más importante del territorio, a la vez pasó a ser la "capital" y el resto la "provincia", la "ciudad" y el resto "campo", nosotros surtiéndolos a ellos. Por ende, hoy aún permanece la idea de que a Santiago se va a encontrar un resumen de Chile: productos, trabajos, personas, culturas, virtudes y vicios del resto del país -y del extranjero- que por allí entran, salen o permanecen.


Conejo y yo fuimos a encontrarnos en Santiago, como en un mapa marcado con una X. Nos informamos de nuestras vestimentas, coordinamos horarios para llegar simultáneamente al aeropuerto y juntarnos, de una buena vez.


Atesoro el momento en que la ví por vez primera, a través de los vidrios del segundo nivel (que aunque golpees no dan mayor sonido) mientras controlaban sus bolsos. Ella no me vio. La perdí de vista y me apresuré a bajar para recibirla en la salida del pasillo de arribo, lo cual no era una tarea simple por la gran cantidad de personas afluyendo y las otras tantas esperando. (Casi) resultó perfecto, ahora ella me vio antes, y me llamó, volteé el cuerpo y sí. En un lugar neutral y ajeno, dos extraños ya no lo fueron.


La noté nerviosa, rígida en sus movimientos y muy callada, la primera impresión fue dura. Algo pasaba. Me decía que "sí", "bueno", "no sé", "como tú quieras" o callaba. Con el tiempo he sabido entender las razones -que ignoraba entonces- para amortiguar ese amargor en la memoria. Con el paso de las horas nos fuimos habituando a estar juntos, a mirarnos, andar de la mano, al calor y a que estábamos transitoriamente en Santiago -la protagonista de esta historia- o sea en Chile.

Fue el eje geográfico de estos días. La puerta de entrada al país, de salida hacia Argentina, de partida hacia Valdivia y hacia Valparaíso, finalmente el regreso a norteamérica.


Entonces, varias cosas se pudieron hacer, aunque en poco tiempo. Además de hospedarnos en el buen hotel Conde Ansúrez.

Privilegié los dos primeros días de Conejo a familiarizarla, por los puntos más conocidos. Nos movilizamos en metro -aprovechando que tenía saldo desde la vez anterior que estuve en la capital ,fui a ver a Iron Maiden en marzo de 2009, y a que no conozco recorridos del Transantiago- también caminando.

Lo más notable fue asistir al Centro Cultural Palacio de la Moneda donde estaba la exposición de China y los guerreros de terracota; digo que fue notable porque además corresponde a una oportunidad casi única, por lo que sólo cabe agregar que fue una feliz coincidencia y que por sobre todas las cosas sirvió para romper de a poco el hielo.

Fuimos a comer pastel de choclo en el Paseo Ahumada, paseamos por la Plaza de Armas y la Catedral; por la Alameda y el cerro Santa Lucía; compramos frutillas (fresas gigantes, según ella) y descansamos antes de volver al aeropuerto al día siguiente.

De vuelta de Bs. As. aprovechamos las pocas horas antes de viajar al sur para caminar, comer y caminar por la Alameda a partir de la plaza Baquedano. Vimos atardecer, pasamos calor, nos abrazamos y nos alejamos por unos días.

Más tarde volvimos, ya definitivamente, después de Valparaíso y Viña del Mar, subimos el cerro San Cristóbal (a pie, ascensor malo) y bajamos justo a tiempo para vivir las últimas horas juntos en el aeropuerto. Horas tensas, contradictorias, de silencio, suspiros y lágrimas...

Conejo y yo fuimos a encontrarnos en Santiago... y a despedirnos en el mismo lugar.
[CONTINUARÉ]

Comentarios

Conejo dijo…
**Es muy curioso leer la manera que viviste esos momentos de espera en el aeropuerto, mientras yo pasaba mi equipaje por revisión solo me preocupaba que me dejaran pasar con todo y borrachitos, obleas con cajeta, mazapanes, dedos y paletas de mango con chile, no imaginaba que ya me huebieras visto! cuando no te ví en la salida creí que aún no habías llegado y me fuí a esperar debajo de una escalera, cuando miré de nuevo a la salida te ví, estabas de perfil mirando, buscando. Me fuí detrás de un sujeto que llevaba mucho equipaje para que no me vieras y cuando al fin estuve detrás de tí sentí mi corazón latir fuerte y muy deprisa, fué como si el tiempo se detuviera, no recuerdo cuánto estuve ahí sin pronunciar palabra solo mirando tu espalda. Increíble! eras tú en vivo y a color, qué maravilla! : 3 Te llamé y toqué tu hombro, volteaste, me miraste y el resto es parte del principio de nuestra hermosa historia juntos, así lo viví yo, así lo vivimos los dos. Te extraño.
Tu Conejo

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