Pasa el tiempo, pero no hay novedad. Patética rutina. Lo que encontré como una herramienta para evadirla sólo ha servido para confirmar que poco interesa leer la vida ajena. Instalaré un contador de visitas en la página, sólo para lamentar que sea el único que la abre. La idea sigue siendo escribir, comentar, abordar temas varios; pero no se me ocurre qué. ¿Discos, música, libros? ¿Deportes, viajes, anécdotas? Seguro quiero escribir de todo, pero para todos. No quiero leerme y releerme por siempre. Durante la semana que finaliza recibí un correo de Daniel Araya (caldreen@hotmail.com) estudiante de periodismo y compañero dirigente scout, en su extenso correo adjuntaba las notas e impresiones que recogió en su reciente viaje a Brasil. Leí con atención, interesante redacción, claras ideas, ritmo fluido... Y me aburrí, el relato se me hizo poco atractivo, impersonal, ajeno, completamente ajeno. Y eso que las historias eran llamativas, entonces me imagino qué impresión generan en mis lec
¡Ea, Señor! A mis enemigos veo venir, y tres veces repito: ojos tengan, no me vean; boca tengan, no me hablen; manos tengan, no me toquen; pies tengan, no me alcancen. La sangre les beba y el corazón les parta...