En ciertas ocasiones, y de forma abrupta, he despertado de mi siesta en los laureles. Letargo durante el cual piensas que la vida pasa sin novedad y que todos los días son iguales. Me pasó hace unas semanas al leer el Diario Austral de Valdivia y ver esa foto... Esa imagen que me apunta con los ojos fijos pidiéndome algo, que en definitiva me aterrizó. Leí la noticia y tristemente comprendí el por qué desde hace un tiempo no lo veía subirse a la micro. El hombre de la foto había muerto en julio, el 13 de julio, víctima de homicidio. Sólo entonces supe que aquel sujeto se llamaba Fabián Alexis Rojas Salazar, que tenía 37 años, que vivía solo en calle Toribio Medina -no obstante- tenía familia, que su homicida estuvo prófugo en Osorno hasta caer por robo on violencia, que el Ministerio Público no había dado con su identidad ni con su paradero aunque eran secreto a voces. Seguí un poco la historia en las ediciones del Diario Austral y sentí algo de pena. Fuimos dos perfectos desconocidos
¡Ea, Señor! A mis enemigos veo venir, y tres veces repito: ojos tengan, no me vean; boca tengan, no me hablen; manos tengan, no me toquen; pies tengan, no me alcancen. La sangre les beba y el corazón les parta...