Escribo ahora presionado por el tiempo, ya será un mes desde que estos sucesos ocurrieron, y por los acontecimientos, las Olimpiadas de Derecho en Temuco se merecen, al menos, un par de columnas en este blog. Escribo en el momento en que Megadeth toca en Santiago con la boletería agotada en un memorable show de despedida, que dará de que hablar tanto como el mismo Monsters.
El relato quedó en que me aprestaba a abordar Santiago con un cúmulo de misiones para el primer día, de partida debía adquirir una entrada, pero antes Alejandro me pidió que le comprara un pasaje (ida y vuelta) a Valdivia en el Terrapuerto los Héroes, cosa que resultó infructuosa. Continué mis pasos hacia el metro Universidad de Chile para consultar en Tur Bus y Pullman Bus, pero la respuesta fue la misma; luego me apuré al Eurocentro, bajando al primer subterráneo a mano izquierda directo a The Knife para conseguir el ticket, pero para mi sorpresa (en realidad ni tanto) veo tres caras conocidas y muy valdivianas, "el chascón" Cristian Barrientos, Felipe Mcpherson y "Jano" Reyes. No tuvimos que preguntarnos en qué andábamos, era obvio. Compré mi entrada ($17.200) nos pusimos de acuerdo con los cabros y partí a Estación Central, había recibido instrucciones de mi anfitrión de buscar pasajes en "cualquier empresa que sea decente", igualmente me fue mal, tras lo cual Alejandro se resignó a pasar el dieciocho solo en Santiago y no con nosotros como el año pasado.
De vuelta donde "el chess" cometí un condoro monumental, le dije al compañero de departamento, que también iba al Monsters, que me comunicaría con unos amigos (los de Valdivia) para juntarnos e ir. Gran error, porque éste socio se fue con su polola mientras que pasaban las horas y yo seguía sólo sin poder comunicarme... desesperación... partí solo al Monsters. ¿Qué micro me llevaba al Nacional? todavía no sé, fui en metro hasta Irrarázaval y memoria en mano caminé mucho hasta encontrar la señala adecuada, el Bolckbuster en la esquina de calle Campo de Deportes.
Una vez en los alrededores del coliseo ñuñoíno tuve que darme cuenta que tenía que seguir caminando entre las hordas de chascones ajenos para llegar a la puerta de entrada de calle Pedro de Valdivia, ya allí la cola fue un detalle previo a ingresar a la cancha, donde seguía solo sin encontrar visualmente a valdiviano alguno, más encima con sus teléfonos apagados. Suerte. La tuve cuando "chascón" me reconoció desde la galería y me llamó, él estaba en la sección en que se ingresaba con pase de cortesía o, como lo hice yo, saltando la reja. Entonces desde el costado del estadio y con una comodidad envidiable contemplé los shows preliminares.
Rata Blanca: poco que decir, tocaron 45 minutos calados, el volumen sonó bajo, la equalización no era de las mejores, tocaron la "Highway Star" de Deep Purple, pero Adrián Barilari no se sabía la letra, y en "La Leyenda del Hada y el Mago" el solo de Walter Giardino no fue fiel. De Whitesnake sí que tengo poco que aportar pues no los conocía, partieron como avión con covers de Deep Purple, haciendo notar que el señor Coverdale estaba allí, los dos guitarristas eran harto taquillas pero con muy buen fiato; sin embargo el punto alto se lo llevó el batero con un solo de lujo, no tanto por los ritmos, sino por la forma, sin baquetas a pura mano, muy notable. Sobre el final reconocí haber escuchado algunas canciones antes en la radio Ainil y su programación adulto joven, temas románticos calados para los muchos fieles fanáticos de esta banda que se hicieron notar.
Judas Priest, sencillamente ¡la raja! había visto a Halford teloneando a Maiden el 15 de enero de 2001, fecha en las que nos dejó a todos para atrás, sin embargo con Judas fue todo apoteósico, un show espectacular (valga la redundancia) con cambios de vestuario, un tracklist impecable, un sonido demoledor, feedback con el público, en fin todo genial. No voy a expandirme más sobre el concierto en sí, para eso hay comentarios especializados, basta para mí con destacar que considero que la mejor canción de todas las ejecutadas fue "A Touch Of Evil" que salió "al callo".
Precisamente sobre lo mejor y lo "más mejor" nos venímos conversando los valdivianos que por la mañana nos habíamos encontrado en el Eurocentro en una asfixiante micro que nos dejó en plaza Baquedano, desde donde caminamos como grupo hasta la altura de la estación metro Santa Ana, dejándome la disyuntiva de esperar una micro o de arriesgarme a caminar por Santiago a las 2 de la mañana. Conociéndome era de esperar que opté (no fácilmente) por la segunda y apurando el paso llegué sano, salvo y con mucho para contar.
Al día siguiente la motivación ya era otra y la verdad es que no me interesa contarles mis curiosidades vividas en las bibliotecas, baste con resumir que me fue muy bien. Por otro lado queden como importantes hitos el haberme comprado una camiseta musculosa (músculos no incluídos) y el disco de Criminal ya comentado. El jueves volví a subirme a un Tur bus, de nuevo al asiento 33; no sin antes haberme encontrado coincidentemente en el mismo bus con el capitán Castillo que nos recibió como Tropa en el regimiento Membrillar este año tras lo cual lamenté lo peor: la película era de nuevo la misma ¡plop!
Saludos a: "el Chess" y sus compañeros de departamento, a Javier Millar (a quien también encontré una tarde caminanado por la Alameda), a "Chascón", "Jano", Felipe y su polola y a "Lucho" el conserje del edificio (que después supe que también es cerrajero)
La frase de hoy dice "el que no se arriesga no cruza el río"
El relato quedó en que me aprestaba a abordar Santiago con un cúmulo de misiones para el primer día, de partida debía adquirir una entrada, pero antes Alejandro me pidió que le comprara un pasaje (ida y vuelta) a Valdivia en el Terrapuerto los Héroes, cosa que resultó infructuosa. Continué mis pasos hacia el metro Universidad de Chile para consultar en Tur Bus y Pullman Bus, pero la respuesta fue la misma; luego me apuré al Eurocentro, bajando al primer subterráneo a mano izquierda directo a The Knife para conseguir el ticket, pero para mi sorpresa (en realidad ni tanto) veo tres caras conocidas y muy valdivianas, "el chascón" Cristian Barrientos, Felipe Mcpherson y "Jano" Reyes. No tuvimos que preguntarnos en qué andábamos, era obvio. Compré mi entrada ($17.200) nos pusimos de acuerdo con los cabros y partí a Estación Central, había recibido instrucciones de mi anfitrión de buscar pasajes en "cualquier empresa que sea decente", igualmente me fue mal, tras lo cual Alejandro se resignó a pasar el dieciocho solo en Santiago y no con nosotros como el año pasado.
De vuelta donde "el chess" cometí un condoro monumental, le dije al compañero de departamento, que también iba al Monsters, que me comunicaría con unos amigos (los de Valdivia) para juntarnos e ir. Gran error, porque éste socio se fue con su polola mientras que pasaban las horas y yo seguía sólo sin poder comunicarme... desesperación... partí solo al Monsters. ¿Qué micro me llevaba al Nacional? todavía no sé, fui en metro hasta Irrarázaval y memoria en mano caminé mucho hasta encontrar la señala adecuada, el Bolckbuster en la esquina de calle Campo de Deportes.
Una vez en los alrededores del coliseo ñuñoíno tuve que darme cuenta que tenía que seguir caminando entre las hordas de chascones ajenos para llegar a la puerta de entrada de calle Pedro de Valdivia, ya allí la cola fue un detalle previo a ingresar a la cancha, donde seguía solo sin encontrar visualmente a valdiviano alguno, más encima con sus teléfonos apagados. Suerte. La tuve cuando "chascón" me reconoció desde la galería y me llamó, él estaba en la sección en que se ingresaba con pase de cortesía o, como lo hice yo, saltando la reja. Entonces desde el costado del estadio y con una comodidad envidiable contemplé los shows preliminares.
Rata Blanca: poco que decir, tocaron 45 minutos calados, el volumen sonó bajo, la equalización no era de las mejores, tocaron la "Highway Star" de Deep Purple, pero Adrián Barilari no se sabía la letra, y en "La Leyenda del Hada y el Mago" el solo de Walter Giardino no fue fiel. De Whitesnake sí que tengo poco que aportar pues no los conocía, partieron como avión con covers de Deep Purple, haciendo notar que el señor Coverdale estaba allí, los dos guitarristas eran harto taquillas pero con muy buen fiato; sin embargo el punto alto se lo llevó el batero con un solo de lujo, no tanto por los ritmos, sino por la forma, sin baquetas a pura mano, muy notable. Sobre el final reconocí haber escuchado algunas canciones antes en la radio Ainil y su programación adulto joven, temas románticos calados para los muchos fieles fanáticos de esta banda que se hicieron notar.
Judas Priest, sencillamente ¡la raja! había visto a Halford teloneando a Maiden el 15 de enero de 2001, fecha en las que nos dejó a todos para atrás, sin embargo con Judas fue todo apoteósico, un show espectacular (valga la redundancia) con cambios de vestuario, un tracklist impecable, un sonido demoledor, feedback con el público, en fin todo genial. No voy a expandirme más sobre el concierto en sí, para eso hay comentarios especializados, basta para mí con destacar que considero que la mejor canción de todas las ejecutadas fue "A Touch Of Evil" que salió "al callo".
Precisamente sobre lo mejor y lo "más mejor" nos venímos conversando los valdivianos que por la mañana nos habíamos encontrado en el Eurocentro en una asfixiante micro que nos dejó en plaza Baquedano, desde donde caminamos como grupo hasta la altura de la estación metro Santa Ana, dejándome la disyuntiva de esperar una micro o de arriesgarme a caminar por Santiago a las 2 de la mañana. Conociéndome era de esperar que opté (no fácilmente) por la segunda y apurando el paso llegué sano, salvo y con mucho para contar.
Al día siguiente la motivación ya era otra y la verdad es que no me interesa contarles mis curiosidades vividas en las bibliotecas, baste con resumir que me fue muy bien. Por otro lado queden como importantes hitos el haberme comprado una camiseta musculosa (músculos no incluídos) y el disco de Criminal ya comentado. El jueves volví a subirme a un Tur bus, de nuevo al asiento 33; no sin antes haberme encontrado coincidentemente en el mismo bus con el capitán Castillo que nos recibió como Tropa en el regimiento Membrillar este año tras lo cual lamenté lo peor: la película era de nuevo la misma ¡plop!
Saludos a: "el Chess" y sus compañeros de departamento, a Javier Millar (a quien también encontré una tarde caminanado por la Alameda), a "Chascón", "Jano", Felipe y su polola y a "Lucho" el conserje del edificio (que después supe que también es cerrajero)
La frase de hoy dice "el que no se arriesga no cruza el río"
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