Debo admitir que por estas fechas me hubiese gustado hacer un balance, a lo menos somero, de lo que trajo y quitó el 2006. Quizá este ejercicio me ayudaría a intentar sacar el, fundado, mal sabor de boca que me insta a pensar que el dos mil seis no fue un buen año para mí. Pero no lo haré, pues prefiero no recordar acá lo que no puedo, a diario, olvidar.
Sin querer atentar contra la decisión anterior me detendré las siguientes líneas en dos noticias que marcarán el año que finalizó. Simplemente la muerte de Pinochet, y la muerte de Hussein.
Como dice Tito Fernández acerca de los pelados y los guatones, «los dos aunque parezcan diferentes, son calcados si se miran con paciencia». Y claro, uno muere procesado, pero en la paz de su seno familiar, otro será ejecutado en la horca tras un juicio que aborrece a cualquiera que, románticamente, cree en la idea del justo proceso. Ambos fueron apoyados por los EE.UU. en su tiempo, y a ambos Washington les dio la espalda, a uno bajo la complicidad de haber logrado internar su estilo de vida "libremercadista"; y derechamente enfrentando al otro por, seamos honestos, no poder domarlo como quería.
Y ambos llevan gente a las calles a manifestarse, no obstante la ocupación en el país mesopotámico, con distintos grados de violencia y fanatismo. Y es que no se puede comparar livianamente los problemas emanados de la enemistad política y de los "enemigos invisibles", con las profundas enemistadas corrientes islámicas suníes y chiíes que se esconden en contra y a favor de la imagen de Hussein.
En la película "Gladiator", el personaje Próximo, le dice a los gladiadores que no podemos elegir la forma en que vamos a morir, pero sí el modo de enfrentar la muerte. Así, Augusto José Ramón se anticipó con cartas y comunicados escritos tiempo atrás en que, con tono justificatorio, asumía toda la "responsabilidad política" de sus actos. Más directo y frío, Saddam murió a cara descubierta y con el Corán en la mano, dejando como últimas palabras, dicen, «Alá es grande, la nación será victoriosa y Palestina es árabe», todo un mensaje de responsabilidad política.
Quiero reproducir las palabras sobre la pena de muerte del profesor Leonardo Aravena Arredondo escritas en la sección Cartas al director del diario La Tercera, el día 31 de diciembre de 2006 que aportan datos para reflexionar, «más de la mitad de los países la han abolido, 88 países y territorios absolutamente; 11, excepto para delitos en tiempo de guerra [nota mía: acá cuaja Chile]; 30 países son abolicionistas de hecho, al no llevar a cabo ninguna ejecución en los últimos diez años o más, completando 129. Se mantienen 68 que la aplican, EE.UU. entre ellos, e Irak, que la había abolido y la reinstauró a partir de 2004 luego de ser invadido de 2003» [la negrita es mía]. Ahí está la madre del cordero...
... Días antes, el ex mandamás iraquí señaló que ofrecía su vida en "sacrificio", y como un mártir, probablemente, esté siendo recordado; como Pinochet y como otros tantos déspotas que pululan en la memoria de no pocos dispuestos a tomar sus "ejemplos". Pero no puedo terminar esta referencia a dictadores sin mencionar a Saparmurat Atayevich Niyazov, quien se refería asimismo como "Türkmenbaşy" [que significa "padre de todas las etnias turkmenas" o simplemente "padre de los turkmenos"] también fallecido en 2006 [21 de diciembre], dictador de Turkmenistán desde su separación e independencia de la ex- Unión Soviética [21 de junio de 1991].
Entre otras obras, prohibió a la población turkmena [creo que así se dice el gentilicio] el cine y la ópera, por atentar contra la cultura nacional; prohibió a las mujeres del país usar maquillaje, bajo la excusa de que ya eran lo suficientemente hermosas; prohibió entre los hombres el llevar barba o bigote, porque Turkmenistán es un estado musulmán, pero esos vellos faciales, según Niyazov, son propios de estados musulmanes fundamentalistas y terroristas. Me resta agregar que, cual faraón, mandó a construir su propio mausoleo, un monumental edificio giratorio que sigue al sol, coronado por una estatua de si mismo [obvio, de quién más] hecha de oro; en contraste con la, cada vez, más empobrecida población turkmena, que desde que ganó su independencia empezó a perder en todo lo demás, incluyendo excesivas dificultades para emigrar y constantes represiones a los Derechos Humanos.
¿Y qué decía el Tío Sam acerca del padre de todos los turkmenos? Bueno, creo que bastaba con llamarlo excéntrico; después de todo Turkmenistán posee las más grandes reservas mundiales de gas natural, las cuales mayoritariamentese exportan, y que ahora, tras su muerte, promete desplgar un fuerte lobby norteamericano, a fin de forzar al nuevo gobierno para construir un nuevo gaseoducto por el Mar Caspio, y no por Rusia, como sucede hasta hoy.
Me despido con una frase para el oro del papi turkmeno, que define el culto de personalidad y mesianismo de todo dictador, más o menos.
«Lo admito, hay muchos retratos, fotos y monumentos. Yo no encuentro placer alguno en eso, pero la gente lo pide porque es su mentalidad».
Saludos a Karin, dictadora benemérita, no tan excéntrica, y que cual bella turkmena, no requiere maquillaje. Hoy está de cumpleaños.
Sin querer atentar contra la decisión anterior me detendré las siguientes líneas en dos noticias que marcarán el año que finalizó. Simplemente la muerte de Pinochet, y la muerte de Hussein.
Como dice Tito Fernández acerca de los pelados y los guatones, «los dos aunque parezcan diferentes, son calcados si se miran con paciencia». Y claro, uno muere procesado, pero en la paz de su seno familiar, otro será ejecutado en la horca tras un juicio que aborrece a cualquiera que, románticamente, cree en la idea del justo proceso. Ambos fueron apoyados por los EE.UU. en su tiempo, y a ambos Washington les dio la espalda, a uno bajo la complicidad de haber logrado internar su estilo de vida "libremercadista"; y derechamente enfrentando al otro por, seamos honestos, no poder domarlo como quería.
Y ambos llevan gente a las calles a manifestarse, no obstante la ocupación en el país mesopotámico, con distintos grados de violencia y fanatismo. Y es que no se puede comparar livianamente los problemas emanados de la enemistad política y de los "enemigos invisibles", con las profundas enemistadas corrientes islámicas suníes y chiíes que se esconden en contra y a favor de la imagen de Hussein.
En la película "Gladiator", el personaje Próximo, le dice a los gladiadores que no podemos elegir la forma en que vamos a morir, pero sí el modo de enfrentar la muerte. Así, Augusto José Ramón se anticipó con cartas y comunicados escritos tiempo atrás en que, con tono justificatorio, asumía toda la "responsabilidad política" de sus actos. Más directo y frío, Saddam murió a cara descubierta y con el Corán en la mano, dejando como últimas palabras, dicen, «Alá es grande, la nación será victoriosa y Palestina es árabe», todo un mensaje de responsabilidad política.
Quiero reproducir las palabras sobre la pena de muerte del profesor Leonardo Aravena Arredondo escritas en la sección Cartas al director del diario La Tercera, el día 31 de diciembre de 2006 que aportan datos para reflexionar, «más de la mitad de los países la han abolido, 88 países y territorios absolutamente; 11, excepto para delitos en tiempo de guerra [nota mía: acá cuaja Chile]; 30 países son abolicionistas de hecho, al no llevar a cabo ninguna ejecución en los últimos diez años o más, completando 129. Se mantienen 68 que la aplican, EE.UU. entre ellos, e Irak, que la había abolido y la reinstauró a partir de 2004 luego de ser invadido de 2003» [la negrita es mía]. Ahí está la madre del cordero...
... Días antes, el ex mandamás iraquí señaló que ofrecía su vida en "sacrificio", y como un mártir, probablemente, esté siendo recordado; como Pinochet y como otros tantos déspotas que pululan en la memoria de no pocos dispuestos a tomar sus "ejemplos". Pero no puedo terminar esta referencia a dictadores sin mencionar a Saparmurat Atayevich Niyazov, quien se refería asimismo como "Türkmenbaşy" [que significa "padre de todas las etnias turkmenas" o simplemente "padre de los turkmenos"] también fallecido en 2006 [21 de diciembre], dictador de Turkmenistán desde su separación e independencia de la ex- Unión Soviética [21 de junio de 1991].
Entre otras obras, prohibió a la población turkmena [creo que así se dice el gentilicio] el cine y la ópera, por atentar contra la cultura nacional; prohibió a las mujeres del país usar maquillaje, bajo la excusa de que ya eran lo suficientemente hermosas; prohibió entre los hombres el llevar barba o bigote, porque Turkmenistán es un estado musulmán, pero esos vellos faciales, según Niyazov, son propios de estados musulmanes fundamentalistas y terroristas. Me resta agregar que, cual faraón, mandó a construir su propio mausoleo, un monumental edificio giratorio que sigue al sol, coronado por una estatua de si mismo [obvio, de quién más] hecha de oro; en contraste con la, cada vez, más empobrecida población turkmena, que desde que ganó su independencia empezó a perder en todo lo demás, incluyendo excesivas dificultades para emigrar y constantes represiones a los Derechos Humanos.
¿Y qué decía el Tío Sam acerca del padre de todos los turkmenos? Bueno, creo que bastaba con llamarlo excéntrico; después de todo Turkmenistán posee las más grandes reservas mundiales de gas natural, las cuales mayoritariamentese exportan, y que ahora, tras su muerte, promete desplgar un fuerte lobby norteamericano, a fin de forzar al nuevo gobierno para construir un nuevo gaseoducto por el Mar Caspio, y no por Rusia, como sucede hasta hoy.
Me despido con una frase para el oro del papi turkmeno, que define el culto de personalidad y mesianismo de todo dictador, más o menos.
«Lo admito, hay muchos retratos, fotos y monumentos. Yo no encuentro placer alguno en eso, pero la gente lo pide porque es su mentalidad».
Saludos a Karin, dictadora benemérita, no tan excéntrica, y que cual bella turkmena, no requiere maquillaje. Hoy está de cumpleaños.
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