Supongamos que el viaje a Valparaíso fue la Canaventura uno, la que bauticé -con poca originalidad- "Historia de una ida y un regreso". Ahora entonces corresponde tirar líneas sobre otro periplo, con personajes repetidos del capítulo anterior y diversos ingredientes, unos más sabrosos que otros. Ocurrió entre el lunes 12 y el viernes 16 de septiembre de 2005 y tiene como eje temático el Monsters Of Rock 2005.
Funcionalmente había montado una excusa excelente para poder viajar a Santiago y asistir a la histórica presentación de Judas Priest más el decorado de Whitesnake y Rata Blanca. ¿Cuál? aprovecharía los días siguientes para completar el corpus bibliográfico necesario par mi tesis, razón por la cual incluiría un tour por algunas bibliotecas capitalinas.
Logísticamente estaba aperado, había conseguido suficiente platita gracias a una ponencia que presenté en Valparaíso (¿les suena conocido?) y mi entrañable amigo Alejandro Tirachini volvió a presentarse amable al admitirme bajo su techo.
Cronológicamente la historia comenzó por el preocuparse de comprar pasajes, previsor y cauto lo hice de ida y vuelta considerando la difícil fecha dieciochera y su efervescente demanda por evacuar la capital. No obstante no me salvé del implacable precio de vuelta (a saber $6.400 para allá, $13.400 para acá). A las 21:30 del lunes me subí al asiento 33 del servicio "Clásico" de Tur Bus, para iniciar un viaje sencillamente como la mierda. No me agradaron los plus que ofreció, si yo no necesitaba sauna, para que ponen tanta "calefa"; si no necesitaba un cine, para qué me ponen una película mala, más encima doblada al español y con el volumen "a todo chancho" (y sin audífonos); por la cresta si yo sólo quería viajar igual que los chascones que se subieron en Temuco y convirtieron la parte trasera en cantina, igual que esas señoras cuyos niños transformaron los pasillos en guardería... no fue una noche muy sana, mi paciencia se quedó en Valdivia.
Con todo debo dar gracias por haber llegado vivo, sano y salvo. ¡Ah! y una anéctdota, en el bus iba Agustín, el tipo que tocaba guitarra en "Moko", la banda grunge de mis tiempos de colegio y que, supe después, por esos mismos años pololeaba con Loreto Mondión, compañera de carrera (¿chico el mundo ah?)
Continuando con la historia tanto Agustín como yo tomamos rumbo hacia la Metro-Estación Universidad de Santiago, pero lo perdí de vista al detenerme para llamar a mi anfitrión, Alejandro Tirachini, y luego de disculparme por haberlo despertado a las 8 de la mañana, le avisé que ya estaba en Santiago, hecho el contacto llegué a casa, retomé fuerzas pues tendría que empezar con todo un día martes 13 de septiembre sublime.
Funcionalmente había montado una excusa excelente para poder viajar a Santiago y asistir a la histórica presentación de Judas Priest más el decorado de Whitesnake y Rata Blanca. ¿Cuál? aprovecharía los días siguientes para completar el corpus bibliográfico necesario par mi tesis, razón por la cual incluiría un tour por algunas bibliotecas capitalinas.
Logísticamente estaba aperado, había conseguido suficiente platita gracias a una ponencia que presenté en Valparaíso (¿les suena conocido?) y mi entrañable amigo Alejandro Tirachini volvió a presentarse amable al admitirme bajo su techo.
Cronológicamente la historia comenzó por el preocuparse de comprar pasajes, previsor y cauto lo hice de ida y vuelta considerando la difícil fecha dieciochera y su efervescente demanda por evacuar la capital. No obstante no me salvé del implacable precio de vuelta (a saber $6.400 para allá, $13.400 para acá). A las 21:30 del lunes me subí al asiento 33 del servicio "Clásico" de Tur Bus, para iniciar un viaje sencillamente como la mierda. No me agradaron los plus que ofreció, si yo no necesitaba sauna, para que ponen tanta "calefa"; si no necesitaba un cine, para qué me ponen una película mala, más encima doblada al español y con el volumen "a todo chancho" (y sin audífonos); por la cresta si yo sólo quería viajar igual que los chascones que se subieron en Temuco y convirtieron la parte trasera en cantina, igual que esas señoras cuyos niños transformaron los pasillos en guardería... no fue una noche muy sana, mi paciencia se quedó en Valdivia.
Con todo debo dar gracias por haber llegado vivo, sano y salvo. ¡Ah! y una anéctdota, en el bus iba Agustín, el tipo que tocaba guitarra en "Moko", la banda grunge de mis tiempos de colegio y que, supe después, por esos mismos años pololeaba con Loreto Mondión, compañera de carrera (¿chico el mundo ah?)
Continuando con la historia tanto Agustín como yo tomamos rumbo hacia la Metro-Estación Universidad de Santiago, pero lo perdí de vista al detenerme para llamar a mi anfitrión, Alejandro Tirachini, y luego de disculparme por haberlo despertado a las 8 de la mañana, le avisé que ya estaba en Santiago, hecho el contacto llegué a casa, retomé fuerzas pues tendría que empezar con todo un día martes 13 de septiembre sublime.
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