Al primer día de clases era común que el profesor solicitara a los alumnos realizar una composición o un dibujo de las vacaciones. Por cierto, éste ejercicio resulta bastante más ameno cuando hay mérito suficiente en lo que vas a contar o dibujar. Afortunadamente es el caso, pues las vacaciones familiares nos llevaron a la Argentina durante 8 días y 7 noches. Protagonistas fueron Oscar (papá), Irma (mamá), "Maripa" (hermana), Juan Carlos (amigo de la familia y padrino de mi hermana, en los sucesivo "el benefactor") y el suscrito.
Abordamos en Valdivia el bus Andesmar (unidad 0184) con destino a Buenos Aires e intermedios el domingo 25 de febrero muy temprano, mi hermana apenas sí tuvo tiempo para llegar, sobre la hora, desde Santiago. Nuestra meta de llegar a S.C. Bariloche se cumplió ya bien entrada la tarde, sin que ésto haya significado en caso alguno una incomodidad para nosotros, dado que el servicio ofrecido por la empresa simplemente califica con el más alto puntaje de la escala (10 puntos, en argentino). Con todo, una vez en Bariloche quedamos a la deriva pues la comunicación con "el benefactor", quien venía conduciendo desde Coyhaique, resultaba imposible desde y hacia nuestros teléfonos móviles sin roaming internacional; así las cosas esperábamos pacientemente (mi papá no tanto) en la catedral de la ciudad a que se manifestara en cuerpo presente el compadre, cosa que ocurrió tras lograr exitósamente comunicarnos con él desde un centro de llamados ("locutorio"en Argentina).
Tras el encuentro efectivo nos dirigimos al km. 8.700 de Avda. Bustillo, hacia las cabañas "Los Arrayanes", nuestro centro de operaciones, donde además nos alojamos durante dos noches. En Bariloche realizamos las actividades y visitas de rigor (pero no compramos chocolates en "Del Turista"). Algunas otras cosas quedaron pendientes como ir a comer un bife chorizo al "Boliche de Alberto" (aunque bien teníamos la sucursal al lado de la cabaña), el archiconocido ascenso en teleférico al Cerro Otto, o comprar souvenires.
Desde siempre el fin último del periplo trasandino fue llegar al Océano Atlántico, lamentablemente la forma de lograr la meta no estaba igualmente clara. Con un mapa y calculadora en la mano se decidió desechar la ruta hacia el sur y, en su lugar, arremeter hacia Neuquén (Provincia y ciudad capital), para luego recorrer la costa Atlántica de la Provincia de Río Negro en la ciudad de San Antonio Oeste.
Bien estuvimos contestes en la ruta a seguir, e iniciada ya esta, vinimos a comprender que San Antonio Oeste es sólo una excusa geográfica en el mapa para justificar la existencia del balneario de Las Grutas, como más abajo abundaré... el viaje hasta Neuquén capital sirve de paradigma de la amplitud superficial, paisajística y de riqueza del vecino país; desde contrafuertes cordilleranos a la eterna pampa patagónica, desde el polvo a la vitalidad del río Limay. Dormimos esa noche en el Hotel Inglés (Félix San Martín 534) , un nombre pretencioso para una hostal cuasi familiar, atendida por su propia dueña, veterana (en todo sentido) del ejército polaco de tiempos de la Segunda Guerra Mundial, estadía en campo de prisioneros de por medio.Abordamos en Valdivia el bus Andesmar (unidad 0184) con destino a Buenos Aires e intermedios el domingo 25 de febrero muy temprano, mi hermana apenas sí tuvo tiempo para llegar, sobre la hora, desde Santiago. Nuestra meta de llegar a S.C. Bariloche se cumplió ya bien entrada la tarde, sin que ésto haya significado en caso alguno una incomodidad para nosotros, dado que el servicio ofrecido por la empresa simplemente califica con el más alto puntaje de la escala (10 puntos, en argentino). Con todo, una vez en Bariloche quedamos a la deriva pues la comunicación con "el benefactor", quien venía conduciendo desde Coyhaique, resultaba imposible desde y hacia nuestros teléfonos móviles sin roaming internacional; así las cosas esperábamos pacientemente (mi papá no tanto) en la catedral de la ciudad a que se manifestara en cuerpo presente el compadre, cosa que ocurrió tras lograr exitósamente comunicarnos con él desde un centro de llamados ("locutorio"en Argentina).
Tras el encuentro efectivo nos dirigimos al km. 8.700 de Avda. Bustillo, hacia las cabañas "Los Arrayanes", nuestro centro de operaciones, donde además nos alojamos durante dos noches. En Bariloche realizamos las actividades y visitas de rigor (pero no compramos chocolates en "Del Turista"). Algunas otras cosas quedaron pendientes como ir a comer un bife chorizo al "Boliche de Alberto" (aunque bien teníamos la sucursal al lado de la cabaña), el archiconocido ascenso en teleférico al Cerro Otto, o comprar souvenires.
Desde siempre el fin último del periplo trasandino fue llegar al Océano Atlántico, lamentablemente la forma de lograr la meta no estaba igualmente clara. Con un mapa y calculadora en la mano se decidió desechar la ruta hacia el sur y, en su lugar, arremeter hacia Neuquén (Provincia y ciudad capital), para luego recorrer la costa Atlántica de la Provincia de Río Negro en la ciudad de San Antonio Oeste.
Al día siguiente continuamos el viaje hacia el este, y nos vimos expuestos a las bondades y reveses de la zona frutícola neuquina. Por una parte, grandes extensiones de campos cultivados con las mejores manzanas, peras, uvas, etc., y por otra un flujo incesante de camiones que hace quedar como alfeñique no sólo a un automóvil particular, sino también a las dos pistas asfaltadas de la ruta misma.
En Argentina todas las rutas son asfaltadas, como resulta un buen derivado del petróleo, no hay inconveniente económico en cuanto a mantener en buen estado las vías. Y así es, los caminos son casi perfectos, sin ser autopistas se defienden bien, no hay peajes (sólo uno en la salida este de Neuquén, a 65 centavos). En contra puede anotarse que, al contrario de nuestras rutas, en Argentina ahorran material al no asfaltar las bermas del camino, la señalética no es la peor, pero es escasa, y hay tramos en constante renovación, lo que nos lleva a acostumbrarnos a la imagen del banderero (y una inexplicable bandera con franjas albirrojas, que indica seguir o detenerse de una forma que no alcancé a inteligir), y al grupo de trabajadores jugando truco y tomando mate (jamás vimos a alguien trabajar).
El tramo hacia San Antonio Oeste (SAO) es el que en peores condiciones se presenta, incluye ocho furtivos "guarda ganados" (o "quiebrapatas") en el camino y una serie de parches y baches (que no se comparan en todo caso al pésimo estado del camino Valdivia-Niebla). No sé si la llegada a San Antonio Oeste fue producto del azar, de nuestros instintos o la inteligencia, pero créanme que ni el consejo de los oriundos es suficiente ante la nula existencia de señalización. Al final supimos que coexisten San Antonio Oeste, Este (puerto) y Grande; lo cual ya da lo mismo pues SAO causa una decepción instantánea. Logramos comprobar en terreno el porqué desde Bariloche mismo toda la gente nos decía que fuésemos a Las Grutas (que pertence a la misma municipalidad de SAO). Así lo hicimos, ya de noche llegamos a instalarnos a un apartamento en calle Bariloche 165 (veníamos dateados) y a 60 pesos por noche las cinco personas, decidimos quedarnos 2.
Las Grutas es un lugar maravilloso para pasar un buen fin de semana largo. Posee una línea arquitectónica mediterránea en sus edificios (la mayoría departamentos de turismo) y costanera; son bastante publicitadas sus playas de aguas cálidas (deberían decir también que son extremadamente saladas) a las cuales se debe ir (hay más de 9 descensos) después de las tres de la tarde, hora en que baja la marea lo suficiente como para dejar al descubierto más de 500 metros de playa a lo ancho, además del fondo rocoso que horas antes cubrían las aguas del Golfo San Matías. Realmente impresionante. Algunos datos sobre Las Grutas: posee una vida nocturna en plan familiar; un bulevard; las calles llevan los nombres de las ciudades y localidades de la provincia de Río Negro; no hay banco, pero sí un cajero automático y sólo se puede comprar pesos en el Casino (en Argentina hasta el villorrio más miserable tiene Casino de juegos), comprando antes las fichas en dólares; no hay alcantarillado, sino un sistema de cloacas, por lo tanto todos los papelitos sucios van al basurero; y existe locomoción regular hacia y desde SAO.
[CONTINUARÁ...]
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