Por cierto además me permite acometer en la postergada empresa de digitalizar el Registro Histórico de fotos familiares. En dicho contexto -y en armonía plena con la edición anterior- quiero exponer el álbum íntegro de mi primer viaje a la región de Aysén, que realicé a través de la Carretera Austral junto a mi papá en las postrimerías del verano de 2000, días antes de ingresar por vez primera a la universidad.
El viaje comenzó para mí desde Valdivia a Puerto Montt donde pasé la noche. Allá ya sumado mi papá, el 26 de febrero de 2000 nos subimos a un bus con destino a Río Negro Hornopirén.
2) Con persistente lluvia ya abordo del transbordador "Quellonina".
3) Acercándonos al final de la etapa navegable entre caleta La Arena y caleta Puelche, ésta se ve a mi espalda.
4) Nuboso, pero sin lluvia llegamos a Río Negro Hornopirén, llamé por teléfono a casa y recorrimos el pueblo.
5) Mi papá [Oscar Lorenzo Saldivia Maldonado], en el lugar en que se emplazó el retén de Carabineros de Chile, y en el que nació el 5 de diciembre de 1954. Al fondo se ve la isla de Los Ciervos. 6) Oscar en una de las laderas de la plaza de Hornopirén, además se aprecian la parroquia y el gimnasio del liceo local.
7) Visión del paisaje de Río Negro Hornopirén en momentos en que nos aproximábamos al muelle donde debimos embarcarnos en un segundo transbordador rumbo a caleta Gonzalo.
-Abajo, a la izquierda- 9) Esta es una de mis fotos favoritas del álbum, se aprecia al fondo Hornopirén, mi piercing y mi fabuloso (¿?) corte de pelo, precursor de mi larga cabellera actual.
10) Toninas saltan jugando con la quilla del transbordador "Mailén".
11) Fuerte viento y un arcoiris a la entrada del fiordo Riñihue. también se puede apreciar parte del transborador que, dicho sea de paso, opera sólo en los veranos y que por ende durante el resto del año implica una limitación a la conectividad de la carretera Austral, originando controversias acerca de la prolongación de la ruta por tierra a través del parque Pumalín.
14) Si no alcanzan a leer dice: "Bienvenidos. Caleta Gonzalo. La tierra entre lago Negro y caleta Gonzalo es privada. Sin embargo, es posible visitarla y gozar de ella, siempre y cuando se cuiden muchísimo de no dejar ninguna evidencia de su visita. Esto significa: no cortar árboles, no prender fuego, acampar sólo en lugares autorizados, no botar papeles ni basura y utilizar exclusivamente los baños públicos. su cooperación asegurará que estas tierras sigan disponibles para los que vengan después. Agradecemos su visita". Parque Pumalín, les faltó agregar, el dueño no quiere carreteras por aquí.
27 de febrero de 2000. 16) Estoy a la entrada norte del puente Yelcho, que como ven, es colgante, hermoso y tiene sólo una pista y una cruz. 17) En la cara sur, mi papá y muestra del sobrecogedor paisaje que circunda al rico lago Yelcho.
En orden inverso [derecha a izquierda]. 18) Pese a la fuerte nubosidad se alcanza a notar a mis espaldas la lengua de hielo del ventisquero Yelcho. Fabuloso. 19) Posando junto a uno de los pocos habitantes de Villa Vanguardia, allí comí unos panes con queso derretido excelentes. Este caserío con tan pretencioso nombre fue creado por la época en que se abrió la carretera [gobierno militar], de allí su nombre y el de la anterior localidad Villa Santa Lucía [en honor a la vieja aquella -ahora viuda- que de santa tiene nada]; la atracción de Villa Vanguardia consiste en ser la última población de la Décima Región de Los Lagos y en tener un teléfono que funciona(ba). 20) En La Junta, pueblo cuasi fantasma en aquel domingo que lo visitamos, nadie en las calles, nada abierto ni para comprar pan; es la puerta de entrada a la XI región de Aysén, tiene una bomba bencinera Copec y el paisaje que exhibe la imagen.
21) y 22) primero yo, luego papá en Puyuhuapi, un pueblo muy bonito y acogedor en la ribera norte del algo del mismo nombre.
23) Una muestra mezquina del impresionante paisaje austral. Acá en los parajes del parque Queulat, ya próximos a su impresionante cuesta que deja como alfeñique a cualquier vehículo.
Abajo. 24) En la cuesta Queulat, al fondo se ve el farellón que baja del glaciar del mismo nombre.
25) Foto en movimiento, cuesta Queulat abajo en la rodada, en las cercanías al cruce que conduce a Puerto Cisnes. Todavía faltaban más de 200 kms. hasta Coyhaique.
26) En Villa Mañihuales nos encontramos cara a cara con el progreso, por faenas de instalación del nuevo puente estuvimos detenidos un par de horas, tiempo que aprovechamos para conocer el pueblo y para darnos cuenta de que ya se respiraba la urbe cercana de Coyhaique.
28 de febrero de 2000.
27) Imagen típica, estoy acompañando al ovejero en el Monumento al Ovejero atracción que presenta la ciudad de Coyhaique, capital de la región de Aysén. En mi segundo viaje al lugar, 6 años después, tomé una foto similar.
28) Sobre el río Simpson en Coyhaique, al fondo está la que llaman la piedra del Indio.
29 de febrero de 2000
29) En Puerto Aysén, sobre el mismísimo puente Ibañez, ícono del terremoto que afectó a zona este año, pero que se mantuvo de pie, demostrando su notable ingeniería.
30) Sentado en el mismo puente colgante, el Ibañez, almorzando panes con un tarro de jurel en salsa de tomate, jugo en polvo y agua mineral [lujos que uno aprende a disfrutar gracias a los scouts].
Arriba a la derecha. 30 bis) Mi papá en el mausoleo del Cura Ronchi, gran sacerdote que dedicó su vida a su misión por estas tierras y que yace allí en el cementerio de Puerto Aysén. [Esta foto fue revelada después que las demás, el dedo es mío].
1º de marzo de 2000
31) Luego que recorrimos a lo largo y ancho Puerto Aysén el día anterior, viajamos hacia puerto Chacabuco donde pernoctamos y emprendimos el viaje de vuelta al norte.
32) A bordo del "Evangelistas" de Navimag [que actualmente es un casco abandonado e incinerado en Chinquihue], navegando el golfo de Corcovado, a la altura del volcán homónimo. Salvo mi cara de idiota, la foto es excelente, tomada al atardecer.
33) En la misma locación y oportunidad anterior, por los pagos del famoso golfo.
2 de marzo de 2000
Arriba. 34) Tras 24 horas de cómoda navegación, agradable ambiente, buena comida y reconfortante descanso, entramos al seno del Reloncaví. De fondo la ciudad de Puerto Montt, fin de la aventura.
«Ojalá que cuando mires a tu alrededor, no notes que la vida se te fue, que a la hora de tu hora no me dejen ver el paso de los años en tu piel. Y ojalá que en el momento del adiós me recuerdes como te recuerdo yo (...)».
Vayan pues los saludos en esta edición para mi citado compañero de viaje.
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